En la rueda de prensa celebrada ayer en el despacho de Bruna Abogados, se manifestó que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana había condenado a la Conselleria de Sanidad a pagar 125.930 euros a la madre de Alfredo, un menor de 16 años con parálisis cerebral que falleció en el Hospital de Requena (Valencia) de una perforación gástrica como consecuencia de «la absoluta falta de asistencia médica» ya que no le practicaron pruebas hasta varias horas después del ingreso.
Así, lo ha señalado en la rueda de prensa la madre Josefa Martínez, acompañada del letrado que ha llevado el caso, Javier Bruna, para reclamar que además de la indemnización la Conselleria «inhabilite» a los profesionales sanitarios que «le dejaron morir de dolor en los brazos de su madre pensando que exageraba».
De este modo, la sección segunda de la sala de lo contencioso-administrativo del TSJ ha estimado parcialmente el recurso interpuesto por la madre contra la resolución de la Conselleria de Sanidad la cantidad «miserable» de 24.000 euros que le concedió como si fuera «una misericordia», ha reprochado el letrado.
En esta resolución administrativa se reconoce que «no se habría diagnosticado el motivo de la urgencia hasta que se practicaron pruebas unas ochos horas después del ingreso cuando la sintomatología era de manifiesta gravedad y con escaso margen de actuación». Asimismo, la inspección médica denunció la desaparición de la documentación clínica correspondiente al periodo comprometido entre la noche del ingreso hospitalario y la intervención.
La madre ha rememorado que fue «horroroso lo que pasó» su hijo, que sufría una minusvalía del 78 por ciento por tetraparesia por parálisis cerebral, hasta que murió ya que «se retorcía de dolor hasta el punto de doblarse del todo y le cogía la bata a los médicos mirándoles para pedir ayuda y no le hicieron caso».
Josefa, en su escrito, relató que el miércoles 10 de febrero de 2005 llevó a su hijo al Centro de Salud de Ayora (Valencia) después de que se quejase del estómago y no cenara, donde su médico le diagnosticó una gastroenteritis. Sin embargo, durante es día continuó devolviendo y quejándose del estómago.
Al día siguiente, como no mejoraba, volvió al ambulatorio donde otro médico «sin exploración alguna» le recitó ‘Primperan’, pero como seguía sin mejorar volvió al médico de guardia, que le volvió a decir que era gastroenteritis. Sin embargo, sobre las 23.00 horas, ha rememorado la madre, tuvieron que volver a llamar al médico de guardia que finalmente le hizo un volante para llamar a la ambulancia para ir a Urgencia al Hospital de Requena.
EXAGERACIÓN DEL DOLOR
Allí, les pasaron al box de Urgencia donde les contó que su hijo, que ya gritaba de dolor, ya había tenido problemas de estómago y les entregó su historial médico. Además, según denunció, los médicos le espetaron: «que en niños de estas características podrían exagerar más el dolor que tenían».
Sobre las 8:00 horas ya del 12 de febrero la madre cogió su mano y notó que estaba «un poco frío» y los médicos intentaron sacarle sangre, le pusieron un antibiótico, le hicieron un electro y le pusieron un gotero y lo sondaron. Posteriormente, según los hechos denunciados y recordados por la madre en la rueda de prensa, acudió un cirujano para operarle aunque le avisó de que el niño estaba «muy mal» y que «había muy pocas posibilidades». Unos 45 minutos después le comunicó que había tenido un paro cardíaco. Transcurrido un tiempo le confirmó, ha señalado, que «estaba muy mal y era muy difícil que sobreviviera».
Por Javier Bruna: El caso que ha llevado este Letrado es uno de los más sangrantes y crueles que recuerda. El que una madre lleve a su hijo, discapacitado, con dificultad para expresarse, con un dolor insoportable, inaguantable (como reconoce el propio Inspector Médico de la Generalitat en su Informe sobre el caso) a Urgencias del Hospital de Requena en febrero del año 2005 y que no se le haga caso al mismo, diciéndole a la madre que este tipo de niños suelen exagerar el dolor y quejarse, diciéndole que lo que tenía el crío era una simple gastreoenteritis, cuando en realidad tenía una perforación gástrica con peritonitits que hacía que se estuviera muriendo con un dolor agudo y totalmente inhumano, es de una gravedad que estremece y que hiere la sensibilidad de cualquier ser humano.
Desde la primera visita que tuve con la madre, salí llorando del estremecedor relato que estaba oyendo y convertí toda esta afectación en rabia y fuerza para hacer la demanda, administrativa primero y judicial después, y hacer todo lo posible para ganar este caso y que esta madre tuviera justicia. La Conselleria me dio la razón pero a regañadientes y con actitud displicente, dando a la madre una cantidad ridícula por la muerte de su único hijo, 24.000 euros. Esto es lo que vale, para la Conselleria la vida de un ser humano de 16 años. Ha tenido que ser el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, Sección 2ª, el que haya hecho finalmente justicia y resarciendo, de modo justo y equitativo, en la medida de lo posible (ya que el dolor de una madre por la pérdida de su único hijo es del todo irreparable), en la cantidad legalmente establecida y que no es la mísera «misericordia» o limosna que la Conselleria de Sanidad había «caritativamente» otorgado a la madre. La lucha emprendida por este Letrado ha valido la pena.