Por Javier Bruna: No resulta un hecho aislado, especialmente en la sanidad pública, que pruebas prescritas a un paciente, por motivos diversos, se extravíen y que, al cabo de los años, aparezcan tales pruebas con el resultado de que la patología del paciente se ha complicado mucho más y se ha vuelto de una gravedad que no tenía al principio, cuando se le había prescrito la realización de dicha prueba. E incluso ello puede conllevar el fallecimiento del paciente.
Este Letrado hace ya un tiempo llevó el caso de un paciente al que tres años antes se le había mandado hacer un TAC en donde aparecía que padecía un cáncer de pulmón y nadie hizo caso a dicha prueba. El radiólogo que la hizo porque, según declaró en el Juzgado, no era su función. El médico que la prescribió tampoco porque, cuando fue el paciente con dicha prueba, no era él el que examinó al paciente sino otro médico que era suplente y que desconocía que el titular había prescrito dicha prueba. Y cuando, al cabo de unos meses, vuelve el médico titular a su puesto, tampoco examinó la prueba porque pensaba que ya lo había hecho su sustituto.
Total: Que el paciente nunca se enteró de la grave patología que presentaba hasta pocos días antes de fallecer, cuando nada se pudo hacer por salvar su vida, dado lo avanzado que tenía el cáncer.
En opinión de este despacho, éste es uno de los principales problemas de la sanidad pública: La descoordinación que existe en ocasiones entre los diversos médicos que tratan al paciente, especialmente con las suplencias, sean por motivos de enfermedad del titular o por estar éste de vacaciones u otros motivos, que redundan en perjuicio del paciente ocasionándole, en tantos casos, gravísimas consecuencias.
De ahí radica la importancia de nunca pasar por alto tales casos y denunciarlos siempre, para, al menos, evitar que vuelvan a suceder.
La Administración deberá pagar 60.000 euros a una paciente por extraviar una resonancia magnética