Por Javier Bruna: Estos días de está hablando mucho del tema de la infección del ébola por parte de una auxiliar de enfermería al parecer por un fallo en la observancia del protocolo. Pero tal incidente no es el único. Han existido y existen otros fallos en el seguimiento de los protocolos. Sirva como muestra un extracto de un artículo aparecido en la prensa de hoy Jueves, 9 de octubre del 2014:
«La ambulancia que llevó a la auxiliar siguió en servicio 14 horas más»
El vehículo trasladó durante ese tiempo a cinco pacientes, que están en observación.
La ambulancia convencional que trasladó a Teresa desde su casa hasta el Hospital de Alcorcón continuó transportando pacientes hasta que se confirmó que la auxiliar de enfermería padecía ébola. El vehículo del Servicio de Asistencia Municipal de Urgencia y Rescate (Samur) fue ocupado por la enferma a las cuatro de la madrugada del lunes y no fue hasta las seis de la tarde de ese día cuando fue retirada del servicio y desinfectada. En estas 14 horas, la ambulancia trasladó a otros cinco pacientes, según han confirmado fuentes de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid.»
Todo ello nos debe conducir a una reflexión más seria y profunda no sólo de este caso, sino extensible a muchos más casos que se han dado y se están dando en la sanidad española. El Presidente del Gobierno dijo ayer en el Parlamento – y no es la primera vez que se dice- que la sanidad española es de las mejores del mundo, pues como deben ser las restantes… partiendo de que sea cierto que, obviamente no lo es. Y no lo es porque aquí los protocolos tantas veces se pasan por el forro. ¿No me creen? Sólo hace falta mirar cuantas noticias aparecen durante el año relacionadas con muertes en serie de pacientes por infecciones variadas de diversos agentes patógenos: Acinetobacter, Legionella, klebsiella, etc, en casi todos los Hospitales del país. Y siempre las autoridades dicen que se han cumplido estrictamente todos los protocolos. Como en el caso de la infección de la enfermera por el ébola, al principio claro. Luego, necesariamente, han tenido que recular. Y es que siempre lo tienen muy fácil: Todo se ha hecho perfecto.
Pues no es verdad. Tantas y tantas veces no se cumplen los protocolos en cuanto a las infecciones se refiere y ello ha motivado muchas condenas judiciales por los Tribunales. Justamente por no haberse seguido los protocolos.
Ojalá que lo sucedido en el caso del ébola lleve a la Administración a tomar medidas para que los protocolos se cumplan estrictamente y a que pueda ser verdad lo dicho por la ministra del ramo de que el «riesgo era nulo». Eso, por desgracia no es así. Ni en el ébola que está causando gran alarma social, pero tampoco en tantos otros casos que apenas han tenido repercusión social pero que se han cobrado muchas víctimas
Se debe exigir, pues, una mayor estrictez en el cumplimiento de los protocolos. España, con la mejor sanidad del mundo o no, no puede permitirse semejantes despropósitos, sea en el ébola o en el acinetobacter, legionella y tantos otros bichos que pululan por ahí y que la Administración siempre culpa de las muertes por estos patógenos al azar o a los pacientes, con toda la cara del mundo. Ya ha llegado el momento de decir ¡BASTA!
Que este Letrado está cansado de llevar casos donde los familiares del fallecido por una infección le dicen que al principio no la tenía pero que al compartir habitación con otro enfermo infectado… pues se acabó contagiando. O que el personal sanitario no se cambiaba los guantes después de tratar a un paciente infectado antes de tratar a su familiar. Para no hacernos pesado, insistir en que los protocolos no son un capricho de la sociedad científica sino que están para algo y que su incumplimiento, como se está viendo con el ébola, pues acarrea consecuencias y víctimas.